Cien millones de peruanos
No somos tantos y mejor que sea así. El título de esta nota hace referencia a “Retrato de grupo: Cien millones de mexicanos”, parte del libro Safari Accidental de Juan Villoro, una crónica rozando el ensayo sobre la identidad nacional de los originarios del país norteamericano.
Con astucia e ironía, Villoro hace un repaso somero de la historia del país del Chavo, el chile, y los charros, destacando detalles tan fútiles como divertidos, aspectos de la vida cotidiana del mexicano medio, rasgos inefables de su folclore, la forma en que el resto de mundo los ve y, quizá lo más importante, el concepto y la valoración que tiene el mexicano de sí mismo como poseedor de una fuerte nacionalidad.
Pero si tuviera que escribir sobre todas las buenas crónicas de Villoro, tendría que crear un blog independiente. El detalle interesante de este escrito es la similitud entre las culturas de mexicanas y peruanas. Es decir, basta hacer un pequeño trabajo de transposición de la palabra México por la de Perú, y otro juego de paralelismo entre tequila y pisco o Tijuana y Cusco, para encontramos ante una misma situación de patriotismo mártir y (des)amor a la camiseta.
Citando a los principales historiadores y ensayistas de su país –incluyendo a Octavio Paz, quizá la más internacional de sus plumas-–, el autor define al mexicano como “un hombre que se refugia en el nacionalismo para sobreponerse a su aislamiento y sus complejos” y –cita a Roger Bartra– personas con “identidad nacional en demasía, exorbitante nacionalismo, revolución desmesurada, simbolismo sobrado”.
Luego se habla del sufrimiento consuetudinario del mexicano, de esa capacidad de adjudicarse el pesar hasta en los mejores momentos: “Estamos tan hartos de estos estereotipos que hemos encontrado originales maneras de demostrar que podemos ser peores”. No, Villoro. No te lo permito. Ustedes tienen a Ripstein, a Pedro Páramo y miles de rancheras, pero acá no nos quedamos atrás. El peruano también sufre. Y no nos compadezcas.
Y como no podía faltar, una descripción a clases sociales opuestas. Donde “los grandes humoristas del país son los altos funcionarios (…) cínicos desde tiempos de la Colonia y cada vez más parecidos a sus caricaturas”. Y por otro lado, tierra en que “una cantidad incalculable nace y muere en selvas y desiertos sin dejar huella en el registro civil”.
¿Quién dijo Bagua?