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Álvaro Portales

Publicado: 2009-07-20

En una sociedad conservadora como la nuestra, hay que atreverse a hacer humor negro. Mejor dicho, hay que atreverse a hacerlo, y hacerlo bien. De eso sabe bastante Álvaro Portales. ¿Hace falta presentarlo? Tal vez sí. Álvaro es, como Heduardo y Carlín –pero sin la edad de ellos–, uno de los mejores y más afilados humoristas gráficos del país.

Vive con su esposa y su gato en su casa de Los Olivos, desde donde trabaja y no necesita pisar la calle. Me cuenta esto en el Centro de Lima. Dice que no sale desde hace meses y así se siente mejor. Mucha bulla, mucha gente, mucho caos. Las cosas han cambiado y, afortunadamente, no tiene la obligación de recorrer la ciudad, salvo en casos aislados como el de hoy, en que le han propuesto un nuevo trabajo, siempre ligado a la caricatura. Bien por él.

¿Qué te jaló al humor gráfico? ¿Qué leías de niño?

Desde la época en que vivía con mis padres recuerdo ver "Mafalda" sin entenderla, porque todavía era pequeño. También he visto otros libros de Quino, de Fontanarrosa, las tiras de "El Cuy" de Juan Acevedo. No las entendía, pero me gustaba el dibujo; y después releyendo todas estas cosas antiguas en una etapa más madura te das cuenta que son bacanes y que tienen una cosa muy sentimental. Te gustaba el dibujo, esa situación, esa carita, pero no entendías el contenido o la idea que estaba también plasmada en la viñeta.

¿Y cuál fue tu primer trabajo?

Cuando entré a trabajar al Chesu, en el año 90 más o menos. Entro a remplazar a un pata que estaba trabajando ahí y que yo conocía. Me pasa la voz, yo voy y me aceptan. Y para variar me piden cubrir una plaza que en ese momento me interesaba mucho que era hacer humor negro. Entonces yo estaba como pez en el agua. Estaba doblemente feliz porque, aparte de hacer lo que me gustaba, me pagaban.

Mientras esperaba encontrarlo con algún cuaderno de dibujos o bocetos, su explicación me hizo sentir en el siglo pasado. Estudió diseño gráfico, pero nunca lo desempeñó. Lo único que conserva es su fidelidad al photoshop, su principal herramienta. Lejos quedaron los tiempos del lápiz y el papel, aunque confiesa con tono romántico que a veces usa cartulinas y estilógrafo.

Hasta hace algunos años estaba seducido por el tema del suicidio, producto de ello nació su libro “Mátate” (que pueden encontrar como PowerPoint aquí). Una serie de viñetas para volarse la cabeza, literalmente; ahora su trabajo, lejos de enfrascarse en divagaciones personales, apunta a temas más sociales, de crítica. Y ahí es donde saca a relucir el talento que le ha traído logros (sus colaboraciones con diversos medios como Dedo Medio, Trome, El Comercio, Momia Roja de Chile, y la creación de su propio blog) y a la vez capítulos polémicos como su salida de El Otorongo de Perú 21.

¿Qué lees ahora? ¿Qué referentes tienes?

Me gusta mucho el trabajo de Rogelio Naranjo, su estilo de dibujo, el estilo de humor que no se pega mucho a lo político, sino también a lo social, a aspectos humanos. En caricatura también  me gusta el trabajo de Cassio Loredano, un brasilero que trabaja la caricatura más en distorsión, es decir, deforma al personaje a un extremo, pero sin que deje de ser el personaje. Loredano es el blanco y negro puro, la unidimensionalidad. También me agrada mucho el trabajo del grafitero Banksy, que humor gráfico, pero no para un blog ni para un periódico, sino para una pared y con spray. Ese asunto de la intervención es algo que me gustaría aplicarla. Imagínate, para alguien como yo, que trabaja con ideas, sería agradable verlas en formatos grandes.

Podríamos decir que en está época en que los personajes de nuestra cotidianeidad son caricaturas de sí mismos, el trabajo para Álvaro debería ser más fácil. Pero no. Él, contra todo pronóstico para quien busca en sus dibujos un momento de distensión, dice que cada día hay menos razones de las cuales reírse y se declara casi un nihilista. Ha crecido entre gobiernos nefastos y toda la política le parece mala. Así de sencillo. "La izquierda, la derecha, el centro, los neutrales, los ultras. Todo está hecho una mierda. Por eso me mantengo en un punto muerto y disparo hacia todos lados".

En todo caso, este pistolero del trazo y mercenario del humor planea seguir creciendo. Quiere aprender a dibujar aún más e inclinarse hacia una lado más artístico. Aunque será difícil que se mantenga alejado para burlarse del mundo y su gente. Razones le sobran.


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