#ElPerúQueQueremos

Inútil Unasur

Publicado: 2009-08-28

La cumbre extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) es una muestra elocuente de mi postura en torno a los nacionalismos arraigados. Lo que se supone servirá para limar las asperezas de la región, será simplemente una reunión que lo único que podría dejar para la posteridad será algún adjetivo entre los mandatarios asistentes, si es que no se congela en discursos de excesiva “diplomacia”.

Esto es, más que una predicción, una simple descripción del obvio y lamentable fraccionamiento de esta parte del continente. La guerra fría ha venido –aunque suene paradójico– fraguándose entre cambios de mando radicales, posturas interesadas y decisiones efímeras. Los problemas vienen de sus líderes y, por supuesto, de la pésima historia en materia de elecciones que hereda el pueblo latinoamericano.

Resulta un poco vergonzoso tener que señalar “ejes sudamericanos”, pero existen y son bastante evidentes. Sus mejores representantes: los polarizados Hugo Chávez y Álvaro Uribe, que simbolizan abismos opuestos, pero igual de peligrosos. El tema de las bases militares colombianas que serían utilizadas por los Estados Unidos volvió a sacar a la luz este conflicto y pone a toda la región al borde de una lucha armada.

Por si fuera poco, Perú y Chile continúan con disputas que arrastran más de un siglo de guerras, mares, piscos y suspiros. Y, como no podía ser de otra manera, estos choques arrastran siempre a los vecinos. En este caso, la sufrida Bolivia y su inefable presidente, Evo Morales.

Pues bien, la cumbre continúa al ritmo que escribo, pero este no es un artículo noticioso, sino una reflexión (más) sobre lo perjudicial que resultan estos chauvinismos y extremos ideológicos en Sudamérica en pleno siglo XXI. Resulta increíble que, mientras Europa apunta a una desaparición de fronteras (a pesar de que algunos lo nieguen y que aún existan rezagos nacionalistas), aquí parecen reforzarse esos esquemas. Es hora de enfrentar lo evidente y, de una buena vez, guardar la banderas y olvidar los himnos. Yo apuesto, si existe el término, por la apostasía patriótica. Me gustaría que muchos más pensaran lo mismo.


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